El otro día tuve la fortuna de ver algunos anuncios de la campaña de Navidad de algunas empresas relevantes en nuestra sociedad, y reflexionar sobre el impacto que tiene sobre nosotros.
Desde que se inventó, en la televisión siempre ha habido anuncios. Sin embargo, conforme han pasado los años han evolucionado y se han hecho más influyentes que nunca. Desde anuncios de 5 minutos sobre una historia triste para acabar anunciando una empresa de telefonía, a anuncios de cuentos felices para anunciar bebidas alcohólicas.
Estos anuncios nos impactan y se nos quedan en la cabeza, y a la hora de cambiar de empresa de telefonía, o de comprar una bebida alcohólica para Navidad, compramos lo que hemos visto en los anuncios, ya que nos resulta "familiar".
Esto es muy peligroso ya que la publicidad nos hace esclavos de las cosas que nos publicitan, y nos hacen pensar que "necesitamos" los objetos que nos están intentando vender, cuando en realidad es simplemente un capricho.
En resumen, los anuncios, aunque son bonitos, los hay que coger con pinzas y analizarlos de forma objetiva, y cuando tengamos la necesidad de comprar algún producto de esos, pensar "¿de verdad lo necesito?" y reflexionar sobre el capricho que nos generan.
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